Atención, atención. Se pone en conocimiento:
Que un gobierno que criminaliza a los ciudadanos y recorta su
bienestar está poniendo en peligro las bases fundamentales para una
democracia digna de tal nombre. El malestar social ante una situación
de crisis profunda, tanto a nivel económico como político, se viene
expresando principalmente a través de la Red y en las calles. Es por
ello que ambos espacios deben ser respetados por los poderes del Estado
o de lo contrario, caer en una deriva autoritaria que nada tiene que
ver con los deseos de mayor y mejor democracia que reclama la mayoría
social.
Que los derechos de expresión, reunión y manifestación son derechos básicos para el ejercicio de la democracia: el derecho a disentir de las leyes en vigor y mostrarlo públicamente. Cuando las leyes van claramente en contra de los intereses generales y se aprueban amnistías fiscales para los defraudadores, es responsabilidad de los ciudadanos ejercer sus derechos políticos para garantizar el bienestar social y la igualdad ante la ley. No es de justicia, ni en letra ni en espíritu, que un gobierno que se haga llamar democrático prohíba o reprima manifestaciones pacíficas.
Que los derechos de expresión, reunión y manifestación son derechos básicos para el ejercicio de la democracia: el derecho a disentir de las leyes en vigor y mostrarlo públicamente. Cuando las leyes van claramente en contra de los intereses generales y se aprueban amnistías fiscales para los defraudadores, es responsabilidad de los ciudadanos ejercer sus derechos políticos para garantizar el bienestar social y la igualdad ante la ley. No es de justicia, ni en letra ni en espíritu, que un gobierno que se haga llamar democrático prohíba o reprima manifestaciones pacíficas.
Que los derechos de expresión, reunión y manifestación fueron los
primeros conseguidos contra el absolutismo real, antes incluso del voto
universal y que de hecho fueron fundamentales para avanzar en la
construcción de sociedades más justas y democráticas. Son los llamados
derechos civiles, la piedra de toque de todo régimen no autoritario.
Que a lo largo de la historia, desde la independencia de la India al
movimiento de los derechos civiles de EEUU, desde la caída del muro de
Berlín a la plaza Tahrir, la toma pacífica de las calles ha sido una
herramienta fundamental para visibilizar la postura de la sociedad.
Tomar las calles es la manera que tiene la gente normal para mostrar su
fuerza. La violencia ordenada contra las protestas sociales no hace más
que causar perjuicios y retrasar lo inevitable.
Que aquellos que ven la toma pacífica de la calle como una amenaza
al régimen parlamentario, deberían trabajar por una ley electoral en la
que cada voto valga lo mismo, luchar contra la corrupción o rescatar a
los ciudadanos en vez de a los bancos. Parecen no enterarse de que no
está en su mano permitir que la gente recupere el espacio público. No
entienden que los derechos civiles están incluidos en el “pack
democracia”.
Que acusar a manifestantes pacíficos de “poner en peligro la
democracia que tanto ha costado” sólo se puede llamar chantaje. La
democracia siempre es mejorable y, tal y como demuestra la historia,
dichas mejoras tienen que ver con la aparición de amplios movimientos
ciudadanos. Lo que resulta evidente en otros contextos, las alabanzas a
la valentía de los hombres y mujeres de la plaza Tahrir, por ejemplo,
es visto en el propio país como inadmisible. Esta doble moral es
deleznable. La calidad de una democracia es directamente proporcional a
la capacidad de movilización de las personas de a pie.
Que la democracia es el ejercicio consciente de la responsabilidad
para ocuparse de los asuntos públicos y que no se ha hecho otra cosa en
plazas y acampadas. Que los gobernantes no pueden basar la legitimidad
de sus decisiones en un sistema democrático y luego negar derechos
fundamentales. Que no se pueden negar y reprimir manifestaciones
pacíficas y al mismo tiempo seguir diciendo que vivimos en un régimen
democrático. La democracia es muchos más que las elecciones. Cuando los
políticos gobiernan para recortar y atemorizar la democracia está en
juego.
Que entre el 12 y 15 de mayo, cientos de miles de personas volveremos
a salir de forma pacífica para gritar que estamos hartos de que los
intereses financieros estén por encima de la gente. Aunque esta vez con
la certeza de que los gobernantes no harán nada para cambiarlo. Las
plazas se convertirán de nuevo en lugares de encuentro donde circule la
palabra. Pero ahora con la premonición de que ganar no consiste en
conseguir que nos hagan caso, sino en pensar que las cosas pueden ser de
otra manera si entre todos y todas empezamos a hacerlo posible con la
cabeza y con las manos.Fuente:
madrilonia.org
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